Así es precisamente como resumiría la droga, como una sustancia fácil de enganchar y difícil de desintoxicar. Y es que todo el que se cruza en el camino de la droga cree ser el primero en poder deshacerse de ella cuando quiera, pero la realidad confirma que, mientras al principio sí que se puede controlar su consumo, al final es la droga la que pasa a dominar al que ya entonces puede considerarse drogodependiente.
Entonces ya es tremendamente complicado desprenderse de esa sustancia que los mantiene despiertos, vivos y alejados de la sociedad. En una entrevista hecha a una ex-toxicómana, respondía lo siguiente:
-¿Cuándo decidiste poner fin a tu adicción? "Cuando ya no pude más, vi que llegaba a un punto en el que mi vida se estancaba. Así que decidí acudir a un centro al que ya iba para tratarme, pero del que no había conseguido obtener resultado. Ese día hablé con mi psicóloga, Esther G., para preparar mi ingreso cuanto antes".
-¿Te fue difícil someterte a la desintoxicación? "No, desde el principio fui convencida de cuál era mi propósito".
-¿Cuánto duró y en qué consistió el tratamiento? "Yo me sometí a un programa de 18 días que consistía en la toma de un tratamiento que tenía que ir dejando poco a poco bajo un seguimiento médico, también una terapia individual y otra colectiva. Todas las noches nos sometíamos a un seguimiento psicológico para ver cómo íbamos evolucionando a lo largo de los días y una vez a la semana nos reuníamos con el psiquiatra".
-Una vez que saliste del centro hospitalario en el que ingresaste, ¿te fue difícil rehacer tu vida? "Para nada, la afronté con más ganas y aprendí a valorar lo que tenía. Me sentí viva por primera vez, como si volviese a nacer y hoy por hoy, no me arrepiento en absoluto".
Profundamente agradecida se muestra esta mujer de 47 años que lleva nueve desintoxicada con la Fundación Yrichen a la que aún hoy sigue acudiendo, pero ahora de visita, renovada y feliz.
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