Los sinsabores del verdadero policía
Roberto Bolaño
Prólogo de J. A. Masoliver Ródenas
Editorial ANAGRAMA, Barcelona, 2011, 323 páginas/ 19,50 euros
El Tercer Reich (2010), 2666 (2004) y el que constituye ser su último trabajo, Los sinsabores del verdadero policía (2011), son tres obras póstumas que solo un escritor como Bolaño podía llegar a escribir. Poeta y escritor, y el que fuera durante bastante tiempo uno de los exponentes más sólidos del movimiento infrarrealista, centró su vida en la literatura, una literatura basada asimismo en su propio recorrido biográfico. De nacionalidad chilena, Roberto Bolaño se ha impuesto para muchos como uno de los escritores imprescindibles de nuestro tiempo.
Autor de otras muchas novelas como Estrella distante (1996) o Amuleto (1999) y de cuentos como Llamadas telefónicas (1997), Bolaño había empezado a escribir su última creación, Los sinsabores del verdadero policía, en los años 80 y, habiéndose dejado influir por las inquietantes vicisitudes de su mente, continuó redactando hasta su muerte.
Su postrera obra comienza en Barcelona donde Amalfitano, un chileno profesor universitario, viudo y con una hija a su cargo, pasa parte de su vida. Sin un destino allí plasmado y tras verse envuelto en una serie de escándalos sexuales, Amalfitano tiene que abandonar la ciudad, emigrando así hacia la distanciada Santa Teresa. Una vez allí, su querida amiga Isabel Aguilar le presta toda la ayuda que pudiera necesitar y arraigado en el estado de Sonora, bajo un mar plagado de libertinaje total para el asesinato, Amalfitano consigue un nuevo puesto en la universidad. Mientras, su hija, Rosa Amalfitano, sigue sin comprender la inesperada y asombrosa aventura homosexual de su padre. A pesar de la larga franja que separaba al curioso Amalfitano de su fiel incondicional Padilla, nunca llegan a perder el contacto, pues El dios de los homosexuales les espera.
Nada de epístola y mucho menos de ficción. Se trata de una novela realista en toda regla, de esas que aún sin querer te recuerdan al autor y cuya trama tiene más de flash-back que de cualquier otra cosa. En su interior, un sinfín de personajes que en su mayoría son planos y de los que solo uno podría especularse por su apasionante vida psicológica.
En general, estamos ante un libro cargado de literatura que derrocha cultura por todos sus lados y que se fundamenta principalmente en el carácter homosexual que, según Padilla, toda obra contenía. De ahí que “maricones, maricas, mariquitas, locas, bujarrones, mariposas, ninfos y filenos”(página 21) inunden esta alocada y disparatada obra.Colisa, palta (página 124), carajo, pendejo, muchacho (páginas 266 y 267)…un lenguaje al más puro estilo sudamericano del que Bolaño jamás se desprendió a lo largo de esta historia, una historia que por otro lado aparece fragmentada en una serie de capítulos inconclusos y que sólo el joven Bolaño podría llegar a entender.
No hay comentarios:
Publicar un comentario