miércoles, 30 de marzo de 2011

Ana Pastor pierde el velo, pero no la vergüenza


La presentadora y directora del programa Los desayunos de TVE, Ana Pastor, ha sido galardonada con el premio Libertad de Expresión, que otorga la Asociación Profesional Española de Informadores de Prensa, Radio, Televisión e Internet en reconocimiento por la entrevista realizada al Presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad.

Un galardón que simboliza el ejercicio de la mediocridad en el periodismo, de lo convencional y al servicio de los patrones impuestos por los medios de comunicación, materializado todo en una entrevista mala, que pone de manifiesto la incapacidad y la soberbia de una mujer que no ha sabido poner en su sitio a un tirano como Ahmadineyad. Una entrevista que ha trascendido, únicamente, por la imagen final de Ana dejándose caer el velo, transformando un gesto de buen gusto y respeto por las tradiciones de los demás (la única forma de que un adversario acepte una crítica hacia su modo de vida es construyéndola desde el respeto) en un acto de desfachatez y arrogancia.

En la parte referida a la intervención en Libia, la periodista únicamente sabía repetir la cantinela "es que Gadafi está masacrando a su pueblo" ( consigna de los medios en España y en Occidente), cuando el Presidente iraní apuntaba algunas cuestiones interesantes: Los ejemplos de Irak y Afanistán como prueba de que una intervención extranjera no asegura el porvenir de los afectados; el apoyo a los dictadores por parte de Occidente mediante la venta de armas; la responsabilidad de Occidente de la situación que se está viviendo por culpa de las políticas adoptadas hace 50 años; o la tendencia de los medios y los políticos de identificar un número "x" de rebeldes en Libia con la absoluta totalidad de "el pueblo libio".

En definitiva, Ana Pastor ha necesitado del recurso efectista del velo tanto para trascender en la opinión pública de España como para intimidar e incomodar al entrevistado, adquiriendo más protagonismo del que la figura del periodista debe acaparar jamás en una entrevista. Sin embargo, parece ser que aquí no nos queremos enterar de esto último. Ana Pastor no es una heroína, ni es una referencia: si no hubiera incurrido en esa falta, si el velo hubiese permanecido en su sitio hasta el final, ni la mitad habríamos escuchado la entrevista y no hubiera existido premio alguno. Para el caso, qué mas da.

Práxedes Millán Erenas

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